
Por Jean-Philippe Biojout
Bleu nuit éditeur, octubre de 2019, 176 p.
Compositor nacido en Colonia el 20 de junio de 1819 y naturalizado francés en 1860, Jacques Offenbach viene a «conquistar» París en cuanto 1833. Después de un paso por el Conservatorio y la fosa de la Opéra-Comique (como violoncelista), encuentra a Halévy quién le ayuda en su control de la composición. Es gracias a von Flotow que los salones parisinos se abren para el, y dónde se da a conocer como interprete virtuoso, antes de dirigir la música en la Comédie-Française.
Adelante el rechazo tenaz de los directores del Opéra y del Opéra-Comique, decide crear su propio teatro que se instala en los Campos Elíseos, durante la 1ª Exposición Universal de 1855, y después ocupa el Passage Choiseuil dónde el teatro tiene todavía hoy en día el nombre de «Bouffes-Parisiens» y ve la creación de Orphée aux Enfers en 1858 (la pieza sera interpretada más de 1.000 veces durante la vida del autor).
El suceso de Offenbach se vuelve rápido internacional y su predominio durante la 2ª Exposición Universal en París en 1867, especialmente con La Vie parisienne y La Grande-duchesse de Gérolstein, interpretada por Hortense Schneider. Con la caída de Napoleón III y de su imperio, Offenbach conoce un cierto desinterés a favor de Lecoq, quién no estará compensada solo por sus últimos sucesos: La Fille du régiment en 1879 y su ultimo opera creado algunos meses después de su falleció (el 4-5 de octubre de 1880): Les Contes d’Hoffmann.
Todavía considerado a menudo por error como el «padre de la opereta» (de hecho, el titulo recae en Hervé), Offenbach es innegablemente el maestro de un género «bufo» que ha influido a toda Europa y dar a luz a las operetas vienesas (Strauss, Léhar) y inglesas (Gilbert & Sullivan).

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