
Giacomo Meyerbeer, cuyo verdadero nombre es Jakob Liebmann Meyer Beer, nació el 5 de septiembre de 1791 en Tasdorf, cerca de Berlín, en una familia judía rica. Su padre, Juda Herz Beer (1769-1825) estaba particularmente involucrado en el movimiento de emancipación y de integración de los judíos de Prusia. A principios del siglo XIX, los Judíos aún no disfrutaban de la ciudadanía prusiana; la administración pública les tenían prohibido, y muchas otras profesiones. Así, era casi imposible para un Judío seguir una carrera en la música sin convertirse.
Desde la infancia, el pequeño Jakob recibió educación con profesores particulares: Franz Lauska (1764-1825), profesor de piano en la Corte que le impartió sus primeras lecciones a partir del 1798, luego Muzio Clementi (1752-1832) y Georg Joseph Vogler (1749-1814). A los 10 años, Meyerbeer interpretó en vivo el concierto para piano en Re menor de Mozart y adquirió muy rápidamente une réputation de pianista brillante. De 1803 a 1807, estudió composición con Carl Friedrich Zelter (que será también el profesor de Felix Mendelssohn) y terminó el 12 de diciembre de 1803 su primera sonata para piano. Atraído por la ópera, se volvió luego el alumno de Bernhard Anselm Weber (1766-1821), director de orquesta de la Ópera Real de Berlín en aquel momento. Fue entonces cuando compuso su primera obra escénica, el ballet-pantomima Der Fischer und das Milchmädchen, que fue creado en el Teatro Real de Berlín el 26 de marzo de 1810.
En 1816 se fue a Italia, donde asistió a una representación de la ópera Tancredi de Gioachino Rossini (1792-1868). Ese espectáculo fue una verdadera revelación. Así compuso obras de ópera (Romilda e Costanza en 1817, Semiramide riconosciuta y Emma di Resburgo en 1819, Margherita d’Anjou en 1820, L’esule di Granata en 1822 y por fin Il crociato in Egitto en 1824) que le aseguraron una reputación no sólo en Italia sino también en toda Europa, donde se considera igual de Rossini. Agradecido a Italia donde conoció sus primeros éxitos, el compositor italianizó su nombre, presentándose a partir de ese momento bajo el nombre de Giacomo Meyerbeer.
De 1825 à 1841, la mayor parte de su carrera se desarrolló en París. Gracias al apoyo de Luigi Cherubini, empezó el 18 de febrero de 1827 una colaboración fructífera con el libretista Eugène Scribe. Su primera obra común, Robert le Diable, fue creada en la Ópera el 21 de noviembre de 1831 y logró un triunfo. Meyerbeer se volvió miembro extranjero de la Academia de Bellas-Artes de París y fue elevado al grado de Caballero de la Legión de Honor el 19 de enero de 1832.
En 1840 el fallecimiento del rey de Prusia Federico-Guillermo III y la ascensión al trono de su hijo mayor Federico-Guillermo IV va a ser una oportunidad para Meyerbeer. El nuevo rey va a adoptar medidas mucho más liberales para los Judíos de Prusia. El 11 de junio de 1842, Federico-Guillermo IV designó Meyerbeer Generalmusikdirektor (director general de la música) de la Ópera Real de Prusia y supervisor de la música de la Corte Real. En cuanto a la dirección de la música sacra fue confiada a otro compositor de origen judío, pero convertido al protestantismo, Felix Mendelssohn (1809-1847).

Muy cansado a causa de su intensa actividad creativa, Meyerbeer murió súbitamente el 2 de mayo de 1864 en París, mientras supervisaba las repeticiones de su última ópera, L’Africaine.
A lo largo de su vida, Giacomo Meyerbeer nunca negó su pertenencia al judaismo. Celebraba los cumpleaños de su familia siguiendo el calendario lunar judío y, cuando su abuelo murió, mientras tenía 20 años, había hecho la promesa a su madre de vivir respetando las leyes mosaicas. Su obra musical judía sin embargo es mínima: sólo conocemos dos composiciones hebreas. La primera es una obra de juventud, un Hallelujah para coro y órgano escrito en 1815 para la comunidad reformada de Berlín y cantado en el oratorio de Judah Herz Beer, el padre del compositor.

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